Octavio Sisco Ricciardi
Lisandro Alvarado explica que el nombre bucare se da a varios árboles del género Erythrina. Entre las especies más conocidas están el anauco Erythrina glauca, la peonía o árbol de coral Erythrina corallodendron y el bucare ceibo, cámbulo o cachingo Erythrina poeppigiana. Andrés Bello en su “Silva a la Agricultura de la zona tórrida” (1826) poema lírico de las naciones americanas, hace alusión al bucare: “Adorne la ladera/ el cafetal; ampare/a la tierra teobroma en la ribera/la sombra maternal de su bucare”.
Si hurgamos en la investigación, tenemos que la Erythrina es del género de la familia de las fabáceas o leguminosas distribuido por regiones tropicales y subtropicales del mundo entero. El nombre genérico deriva del griego ερυθρος (erythros) que significa "rojo", refiriéndose al color de las flores de la mayoría de sus especies; también las hay de otros colores, como el naranja del bucare ceibo o reinoso, árbol regional del estado Trujillo.
Se le conoce con otros nombres como de anauco, bucare, búcaro, gallito, bucayo y pízamo. Presenta raíces fuertes y extendidas que afectan construcciones cercanas. Anauco también lleva por nombre una de las quebradas que bajan del Guarairarepano, su voz proviene de anaco, palabra tamanaca que designa a este árbol.
De fácil cultivo, son árboles de floración atractiva que se emplean como una planta ornamental; gracias a la sombra que proyecta, es muy común en las plantaciones de cacao y cafetales. Atrae a los colibríes, que polinizan sus flores.
Sus copas floridas se destacan puesto que los árboles llegan a superar los 20 metros de altura. Si bien el araguaney cuando revienta en amarillo flor, robando las miradas hasta del más distraído viandante, el bucare se abre paso entre las tupidas faldas del monte monarca caraqueño, resaltando sus exuberantes crestas rojas cual gallo de pelea. De ahí proviene la expresión “palo florido”, que nos llega de los tiempos coloniales, para indicar atributos de un hombre sobresaliente en el vestir, habla, profesión, ocupación o talento propio. Una larga lista en el palabrerío criollo son usados para el término “palo” que adquieren diversos significados según el adjetivo que se le adicione: “palo de hombre” (hombre valiente o con determinación); superlativos como ¡Qué palo de agua! para referir lluvias torrenciales; peyorativos: ¡palo abajo! cuando algo cae en decadencia o desgracia; o usos espirituosos: “tomarse un palo”, “caerse a palos” y cuando se quiere restarle importancia por algún sentimiento de culpa: “solo tomé un palito”.