Octavio Sisco Riccairdi
4 de noviembre de 1922. Valle de los Reyes, próximo al rio Nilo, Luxor, Egipto. Tras largos años de vana búsqueda, el explorador y arqueólogo inglés Howard Carter descubre la tumba de Tutankamón, que se encontró casi intacta, siendo la mejor conservada del Valle de los Reyes. Junto a Lord Carnarvon, el 16 de febrero de 1923, Carter abrió la cámara funeraria siendo el primero en ver el sarcófago del joven faraón. El mundo de los “alocados años veinte” (roaring twenties) sucumbió bajo su hechizo, iniciándose así la egiptomanía. Para los arqueólogos de hoy, la explicación de ese culto reverencial está precisamente en la riqueza excepcional de ese descubrimiento -se hallaron más de 5 mil piezas- porque muchas tumbas encontradas anteriormente habían sido saqueadas. Coincide también con el movimiento vanguardista del Art Decó, que no tardó en emular con sus diseños a toda manifestación artística: desde frascos de perfume hasta arquitectura, pasando por la moda. Son los días en que Coco Chanel, la famosa diseñadora francesa de alta costura, rompe los esquemas de ajustados corsés y ropas pomposas para las damas de la Belle Époque e introduce vestidos cómodos de líneas rectas, momento en el cual las faldas se acortan. La industria cinematográfica de Hollywood se encargaría de propagar esa ola expansiva de modas, conductas y modelos.
Entre tantos artefactos, se encontraban cuatro figuras de la diosa Isis que custodiaban cada esquina del santuario del rey Tutankamón, cuyas siluetas estilizadas, inspiraron a la mujer moderna, luego de la Primera Guerra Mundial. En ese estilo más liberal, las mujeres llevaban el corte de cabello corto a lo Cleopatra y vestidos de baja cintura, tomaban cócteles y bailaban jazz. El mercado de la belleza cambió ante la demanda de lápices labiales, perfumes y crema para el rostro. Una estampa de esa mujer moderna estaba representada por la bailarina afro estadounidense Josephine Baker, llamada la "Cleopatra del Jazz".
1927, Caracas, Venezuela. En los alrededores de Quebrada Honda, cerca de un bosque de caobos, se edifica una casa de habitación particularmente extraña. Esta curiosa morada se halla en las inmediaciones de lo que fuera la hacienda colonial “La Industria”, propiedad de José Antonio Mosquera que dio paso en 1925 al Parque Sucre, conocido popularmente como “Parque Los Caobos”. Los Caobos aún no era urbanización. Era el límite oriental de aquella Caracas bucólica hasta que en 1939 bajo la dirección del ingeniero aragüeño Enrique García Maldonado (1905-1990) se parcelan y se integran a la trama urbana de la ciudad que crecía vertiginosamente hacia el este. Con el promotor inmobiliario Luis Roche (1888-1965) se inician las construcciones.
Se trata de una edificación de dos plantas cuyo frontispicio está adornado por figuras jeroglíficas del antiguo Egipto y dos máscaras del faraón Tutankamón colocados al final de sendas columnas a modo de capiteles. Es interesante destacar que estos extraordinarios adornos guardan relación en su diseño, a la máscara funeraria policromada en oro puro de este mítico rey, encontrada después que Carter llegara al cuerpo momificado en 1925, luego de abrir varios sarcófagos superpuestos, es decir, apenas dos años después de la construcción de este testimonio arquitectónico singular en Caracas.
Esta casa perteneció al doctor Juan Bautista Ascanio Rodríguez, un eminente médico bacteriólogo, quien además preparaba sus medicinas en su laboratorio botánico y su genialidad lo llevó a patentar numerosos inventos. Tenía fama de mago, brujo, y alquimista porque examinaba a sus pacientes observándoles el iris, les preparaba las recetas en su laboratorio, y no cobraba por la consulta porque vivía de las patentes de la "Minerarina El Mejor Alimento para niños, producto de los laboratorios de J.B. Ascanio Rodríguez". Asimismo elaboró, entre otros productos, un eficiente parasiticida en diversas presentaciones: pomada, líquido y cápsulas. El Dr. Ascanio Rodríguez, era igualmente un reconocido investigador, recordado por haber publicado en marzo de 1923 los resultados de su estudio “Panorama de salubridad pública venezolana” y en 1936 su “Informe anual sobre aguas y leches de Caracas”.
Pero este médico también era masón Grado 33 de la Gran Logia de Venezuela. Eso explica la afición por los temas del Antiguo Egipto, que como se sabe, la masonería bebe entre otras fuentes, del misticismo iconográfico ancestral de los faraones. El delta con el ojo de Horus (Udyat) una variante omnipresente en la masonería, es de clara inspiración egipcia, sin obviar que los ojos además están presentes en las imágenes cristianas medievales, y en algunas iglesias figuran deltas rodeados por rayos de luz, con el ojo de Dios en su centro. “El ojo que todo lo ve”.
La casa del Dr. Ascanio Rodríguez, se convirtió en un areópago de masones que se constituyeron en la Logia Lumen, después del cisma masónico en 1926. Lo más notable de la masonería de la esquina de Maturín (el Templo Masónico mandado a erigir por Antonio Guzmán Blanco a finales del siglo XIX), emigró para Los Caobos. Allí se editó la Gaceta Masónica y una nueva Constitución diferente a la adoptada por los masones tradicionales en 1924. Formaron una masonería con estructura Republicana, con los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial bien definidos.
Esta sobresalida construcción, origina el nombre de la esquina en la que se encuentra: “La Mansión”, a escasos metros de la Avenida México y de la Plaza Morelos. La mansión permaneció por un largo tiempo abandonada. En años recientes en dicha casa opera el “Hotel Ribot” donde se produjeron intervenciones pocas adecuadas, no obstante, descollar aún los mascarones del faraón adolescente. Debido a los valores excepcionales por constituir un evidencia arquitectónica que marca el hallazgo de uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del siglo pasado, dicha edificación debería ostentar la condición de Bien de Interés Cultural e impulsar una adecuada remodelación que recuerde la “imagen viviente de Amón” en Caracas.
Para conocer más detalles sobre la historia de la masonería:
http://granlogiavzla.blogspot.com/2012/09/masoneria-y-derechos-civiles-eloy.html
Muy buena historia