Octavio Sisco Ricciardi
Aún se encuentran infinidad de cicatrices en suelo europeo dejadas por uno de los conflictos más violentos de la historia moderna: la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial que se desarrolló entre 1914 y 1918, amén de las huellas perennes plantadas en el inconsciente colectivo de los descendientes de sus sobrevivientes. Se trató del primer conflicto industrializado y global del mundo con el uso de nuevas tecnologías como aviones, tanques armados, ametralladoras, granadas y gas venenoso que provocó una devastación humana y material sin precedentes.
En ese período, la guerra de trincheras alcanzó su cota más brutal y mortal. Las trincheras son zanjas defensivas con una profundidad de entre uno y dos metros que permiten disparar a cubierto del enemigo, conectados entre sí, cual red de un hormiguero. El término nos viene del italiano trincera, que su vez lo tomó prestado del alemán trennen que significa separar.
Sin embargo, la trinchera ha pasado a usos más pacíficos, por ejemplo, en los sistemas viales de comunicación terrestre para avenidas y autopistas que a doble altura maximizan el espacio permitiendo un nivel rápido en el foso y otro más pausado en su superficie donde encontramos viviendas, oficinas, comercios y plazas, es decir, una escala vecinal.
La avenida Libertador, iniciada su construcción en el último año de Marcos Pérez Jiménez (1957), fue inaugurada el martes 14 de diciembre de 1965 por el entonces presidente Raúl Leoni, diseño del arquitecto urbanista Antonio Cruz Fernández y el ingeniero Hernán Stelling. Esta nueva avenida, gran parte de ella en trinchera, que une el Centro de Caracas con el este de la ciudad, fue concebida sin eliminar las conexiones norte-sur, contribuyendo notablemente a dinamizar el tejido urbano.
Esta expansión vial se llevó por delante la calle La Línea que se ubicaba entre la avenida Las Acacias de La Florida hasta la Tercera Avenida de Las Delicias como puede apreciarse en un plano de Caracas publicado por el Ministerio de Obras Públicas en 1946. Debía su nombre por la presencia de la línea férrea Caracas-Petare-Santa Lucía cuyo paso pintoresco a nivel estaba a la entrada del Country Club. Además, por aquella trocha circuló un tranvía de dos pisos que cubría el itinerario Santa Rosa-Petare. El tramo de la desaparecida calle es hoy parte de la avenida Libertador. También borró del perfil urbano el hermoso puente Bolívar que estaba sobre la avenida La Salle que anunciaba la entrada a la urbanización de Los Caobos.
En su recorrido, la avenida Libertador atraviesa las urbanizaciones Santa Rosa, Los Caobos, Maripérez, La Florida Sur, Las Delicias, La Campiña, Sabana Grande, Campo Alegre, Chacao, El Retiro, El Rosal y Bello Campo.
Quienes la transitan pueden disfrutar de edificios patrimoniales, como la sede de la CANTV; la sede principal de PDVSA, así como una serie de edificios residenciales entre ellos Santillana y El Castillito con la arquitectura típica de que transita desde mediados de los años cincuenta hasta inicios de los setenta.
Pero este recorrido además de vial es artístico. Una galería al aire libre. El comienzo de la avenida en dirección oeste-este se encuentra un hito que homenajea el título conferido a Simón Bolívar en 1813 y que da nombre al corredor: su rostro hecho en vitral multicolor del artista Leonel Durán.
A la altura de la sede la estatal de petróleos encontramos en ambas caras de la trinchera: Uracoa, mural de Mateo Manaure, uno de nuestros connotados artistas del abstraccionismo. Algunos metros más hacia el este, en pleno municipio Chacao, nos topamos con los Módulos Cromáticos de otro destacado artista, el monaguense Juvenal Ravelo.
Juvenal Ravelo, nace en Caripito, Monagas en 1931. Dedicada su vida por entero a las artes visuales, cultiva en París una sólida obra, a partir de sus investigaciones sobre la fragmentación del color y la luz sobre el plano bidimensional. Pero su aporte fundamental a la pintura nacional lo constituye el «Arte de Participación en la Calle»: una propuesta comunitaria que integra a los habitantes de barrios y pueblos de país, en la acción participativa de transformar su hábitat a través del arte, promoviendo el amor patrimonial y el descubrimiento de una sensibilidad colectiva.
Durante los primeros sesenta años siglo XX, París continuaba siendo capital europea de las artes visuales, donde confluían jóvenes artistas de todos los continentes deseosos de encontrar lugar protagónico, ya que triunfar en París significaba convertirse en referencia arte universal.
Desde mediados del siglo numerosas pensiones del barrio latino de París albergaban los sueños noveles figuras venezolanas de las artes. Algunas geniales como Arturo Michelena, Cristóbal Rojas y Martin Tovar y Tovar, en esos exigentes escenarios Sus ejemplos advenimiento legiones de jóvenes artistas venezolanos de diversas disciplinas, que buscaban triunfar en esa mágica urbe.
Entre las primeras oleadas de artistas del siglo XX están los escultores Andrés Pérez Mujica Lorenzo González (1904) y Francisco Narváez (1928), y los pintores Carlos Otero (1915) y Elisa Elvira Zuloaga (1919). Después le siguieron Alejandro Otero (1945) y Mateo Manaure en el 47, regresando en el 50; para fundar grupo Los Disidentes junto a Oscar González Bogen, Omar Carreño y Mario Abreu, entre otros. Soto en 1950 y Carlos Cruz Diez lo haría en 1960, pero ninguno de ellos formó de parte de movimiento.
Siguiendo esta tradición Ravelo viajó a París en 1964, atraído por las vanguardias artísticas que se desarrollaban en la capital francesa, donde Soto y Cruz-Diez descollaban en el cinetismo A su llegada se inscribe en la Escuela Práctica de Altos Estudios de la Universidad de la Sorbona donde estudia Sociología del Arte con los reconocidos investigadores Pierre Francastel y Jean Cassou.
Cuando Ravelo culminó sus Módulos Cromáticos pintados a cada lado de la avenida Libertador entre 2001 y 2002 con una longitud de 2,5 km, algunos conductores refunfuñaron porque aquello los mareaba. Es que nos quejamos por todo. Con el tiempo, propios y extraños han aprendido a apreciarla. Transitar por esa trocha cromática de formas geométricas replicadas que encajan unas con otras es como viajar en un túnel de fantasía, una experiencia paradójica como la del artista neerlandés M.C. Escher, pero a colores entre franjas negras, amarillas, blancas, grises y naranjas.
Julio Cortázar, en una ocasión al referirse al trabajo de este artista venezolano dijo: siento que esta vez el arte me ha tocado profundamente y hoy estoy viendo un enfoque distinto, un arte que reivindica a los vecinos olvidados en los rincones alejados de los grandes centros de cultura del mundo.
Es que precisamente Juvenal Ravelo no tiene reparo en repetir constantemente que su obra es «arte para el pueblo». Ese ha sido su eje vital como artista: conjugar la experiencia cromática y el cinetismo a la cotidianidad de los habitantes de barrios venezolanos, entre esos Los Cerritos de Caripito de su tierra natal, donde la comunidad participa pintando bajo la dirección del artista. Una clave para educar a la población en la valoración de su patrimonio cultural es involucrarlos en la acción participativa de transformación de su hábitat por medio del arte, promoviendo así el amor patrimonial y el descubrimiento de los poderes creadores del pueblo, invocando a Aquiles Nazoa.
El «Arte de Participación en la Calle» es un proyecto que concibió Ravelo durante su larga estadía en Europa. Una vez que abandona su taller parisino de la Rue Dauphine, para llevar esta experiencia comunitaria a Venezuela, será desde entonces para él una especie de museo al aire libre y en el pueblo reconocerá sus potenciales artísticos.
No solo en suelo patrio ha ejecutado esa experiencia colectiva. En septiembre de 2012 Ravelo recibió una condecoración por parte de monsieur Louis Poncet, Alcalde de la comuna de Marcigny, en Borgoña, Francia, por su participación en la VI Bienal de Arte Contemporáneo y Monumental de la región francesa. En Marcigny realizó junto con 400 estudiantes de dicha ciudad dos murales, uno de 40 metros de largo y otro de 10 metros de largo, en el estadio donde se reúnen a practicar deportes.
Premio Nacional de Artes Plásticas 2006-2007, Juvenal Ravelo está considerado como uno de los principales exponentes del arte cinético de América Latina. Con una amplia y reconocida trayectoria artística de más de cinco décadas, el maestro Ravelo ha exhibido su obra en museos y galerías de Venezuela, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Colombia, Cuba e Inglaterra.
Pero su mérito transciende más allá de la forma y color en murales, serigrafías o esculturas: su convicción en los poderes creadores del pueblo, esa es su apuesta colectiva, su trinchera artística.
Sii, hoy pase por Chacao y efectivamente estan trabajando en ella