Octavio Sisco Ricciardi
Los arcos triunfales monumentales se construirían en el Paseo El Calvario, un jardín urbano afrancesado cuya edificación fue decretada por Guzmán Blanco el 19 de febrero de 1873, conjuntamente con el acueducto edificado en el mismo lugar. El director de la obra fue el ingeniero Luciano Urdaneta, el mismo del Palacio Federal Legislativo. Este paseo fue bautizado posteriormente con el nombre de "Guzmán Blanco". Luego, pasó a llamarse “Paseo Independencia”. A partir de 2010 mediante Decreto del presidente Hugo Chávez Frías cambia a Parque Ezequiel Zamora, el héroe y mártir de la Batalla de Santa Inés. La idea era conectar el monumento de la Independencia ubicada al noroeste del Paseo con el de la Federación al sureste de dicho jardín. La destacada bailarina rusa Anna Pavlova en ocasión de su presentación en el Teatro Municipal en 1917, visitó este Paseo en el que pudo contemplar y admirar los cisnes traídos para ella en los estanques, debido al amor que la artista tenía a estas aves, además de distinguirla por su célebre e indeleble interpretación de “La Muerte del Cisne” de Camille Saint-Säens “Le cygne” .
El costo del Arco de la Federación para rendir honores a la Guerra Federal alcanzó a Bs. 295.066. Trabajaron en él 118 operarios, en guardias diurnas y nocturnas a fin de cumplir con la fecha indicada por Crespo. Los ornamentos de este arco fueron hechos por el escultor italiano Emilio Gariboldi. En la última etapa de la construcción los trabajos estuvieron bajo la dirección del ingeniero Alejandro Chataing. Se inauguró el 28 de octubre del mismo año. Es un arco de medio punto elaborado en mampostería, con una altura de 22 m. y un ancho de base de 17 m. con acabado de friso en almohadillado y molduras en forma rectangular. En el alto se observa un relieve del escudo de Venezuela y la palabra “Federación”. En la cima se enfatiza una alegoría escultórica compuesta por una figura central femenina que sostiene una corona de laurel y una bandera, yaciendo a sus pies cuatro figuras también femeninas con sus manos entrelazadas; al pie del arco, tanto en su cara norte como sur destacan sendas figuras femeninas pedestres con una pareja de felinos.
Hay quienes aseguran que la figura que sostiene la diadema de laurel representa a Niké, la mítica diosa griega de la victoria. Se la simbolizaba a menudo como una pequeña escultura alada en la mano de otro dios más importante, como Zeus o Atenea, su aliada. Presidía las competiciones atléticas y las disputas militares. Su equivalente en la mitología romana era Victoria, con quien se consideraba que Atenea se había criado de pequeña. En el mundo de las marcas comerciales la semiótica está presente. Es así que el logotipo de la notoria marca de artículos deportivos “Nike” desde 1964 no es más que la representación minimalista y moderna de las alas de la diosa de la Victoria.
No obstante, esta figura pedestre que abraza a la bandera no lleva alas. Parece más bien el esclavo que le susurraba al oído del emperador romano triunfante mientras entraba a la ciudad entre vítores y aclamaciones “Recuerda, solo eres un hombre”, es decir, la advertencia del cable a tierra. Esta costumbre se impone con Marco Aurelio “El Sabio”, considerado el último de los “Cinco buenos emperadores”.
La misión del esclavo era recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la soberbia y pretendiese, a la manera de un dios omnipotente, usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre. Situado un paso detrás del triunfador, con una mano sostenía la corona de laurel sobre la cabeza del general sin apoyarla ni soltarla. Cuando subía la intensidad de las aclamaciones, se acercaba al militar y le susurraba al oído: “Respice post te! Hominem te esse memento!” que se traduce: “¡Mira tras de ti! Recuerda, que solo eres un hombre” (y no un dios). ¿Sería ese el mensaje oculto del escultor Gariboldi para el presidente Crespo?
No corrió el mismo derrotero el Arco de la Independencia. El proyecto para este edificio era más espléndido pues se trataba de dos grandes arcos flanqueado por dos más pequeños, con un sello estilístico modernista al Arco del Triunfo que se encuentra en la capital catalana de Barcelona, conforme a los planos de Hurtado Manrique. Ese estilo distaba del neoclasicismo de su gemelo para la Federación. Su presupuesto ascendió a Bs. 221.460. Los trabajos se iniciaron simultáneamente, pero a los el Arco de la Federación se les imprimió mayor celeridad. Los del Arco de la Independencia marcharon con suma lentitud y desgano. Para la fecha de inauguración del Arco de la Federación (octubre de 1895) apenas se había empleado una décima parte de los fondos presupuestados para esta obra. La obra fue abandonada en mayo de 1897 cuando ese año se había aprobado un presupuesto por Bs. 900 para desarmar los andamios que se levantaron para la construcción de este arco, y con ellos, la independencia. Hoy encontramos apenas dos columnas inconclusas al lado de la Villa Santa Inés en Caño Amarillo.
Cercanos a conmemorar los doscientos años de la victoria militar en el Campo de Carabobo, en el medio de un mundo casi trastornado de amenazas, bloqueos, falsas noticias, migraciones forzadas, guerras económicas y cibernéticas, cultos a la personalidad, vanidades, nulidades engreídas y carencias espirituales, parece que la Independencia sigue inconclusa. Un epílogo obligado.
Arcila Farias, E. Historia de la Ingeniería en Venezuela (1961). Tomo II Caracas: Editorial Arte. Págs. 474-475
Runes, D. y H. Schrickel. (1959) Enciclopedia de las Artes. Tomo I. Barcelona: Editorial Argos, S.A.
Sisco Ricciardi, O. (2019) “La muerte del cisne en el Calvario” https://redpatrimoniove.wixsite.com/redve/forum/publicaciones/la-muerte-del-cisne-del-calvario