Octavio Sisco Ricciardi
Fatalidad
Domingo 29 de junio de 1919. Hora: 2:15 de la tarde. Lugar: bocacalle de las avenidas Oeste 9 con Norte 8, esquina de Amadores, La Pastora. Caracas. Un vehículo Hudson Essex año 1918 intentó rebasar por la izquierda el tranvía n° 27 e impactó en un costado con el parafango derecho a un abstraído peatón mientras atravesaba la calle; el empujón lo lanzó hacia atrás dando pasos en falso y tratando de buscar el equilibrio tras retroceder unos seis o siete metros cayó de espalda, golpeándose fatalmente la cabeza con el borde de la acera. La víctima mortal era el galeno José Gregorio Hernández Cisneros, natural de Isnotú, estado Trujillo: el médico de los pobres, Santo reconocido por el pueblo, apócrifo aún para la Santa Sede.
Casi 6 años antes, el 1° de julio de 1913, se habría producido lo que al parecer fue el primer accidente de tránsito con lesionado en la esquina de Marcos Parra (Av. Sur 8 con Av. Universidad, a 50 metros de la actual estación Metro Capitolio). Lo cierto es que a contrario de lo que se cree, el tránsito de vehículos de tracción animal y locomotora en la Caracas de inicios del siglo XX si bien no se compara con el de nuestros tiempos, era respetable, considerando que la ciudad arribaba a las 90.000 almas.
Antes de la llegada de los tranvías eléctricos, los había aquellos tirados por caballos, esto en el último tercio del siglo XIX. También los coches, las románticas berlinas y los taxis de ese género que aguardaban a los pasajeros bajo la sombras de los árboles que bordeaban al Palacio Federal Legislativo, conocido también como Capitolio. Los primeros tranvías eléctricos de la capital se desarrollaron de un modo poco usual. En lugar de electrificar sus líneas a tracción animal, como fue el procedimiento en la mayoría de las ciudades, Caracas electrificó dos de sus ferrocarriles a vapor.
El tranvía testigo del aciago arrollamiento del Dr. José Gregorio Hernández, era uno de los 30 de la Milnes Voss & Co. de Birkenhead, Inglaterra que fueron incorporados a la red en 1906 por Tranvías Eléctricos de Caracas. Una cincuentena de vagones circulaban para 1919, cada uno con capacidad para 38 pasajeros, distribuidos en 13 líneas. El diminuto tamaño de los carros era necesario debido a las curvas cerradas en las estrechas calles de la ciudad. El precio del pasaje era de 0,25 céntimos de bolívar, el “mediecito”. Posteriormente hacia finales de los años 30 se insertaron los trolebuses hasta que el sistema de tranvías cerrara completamente el día miércoles 13 de agosto de 1947.
En cuatro ruedas
La llegada de los automóviles a la capital, se inicia apenas entrado el siglo pasado. El extinto diario caraqueño El Monitor, en su edición del 21 de abril de 1904 afirmaba que: “el lunes 18 de abril por la tarde transitó por las calles de Caracas por primera vez, un lujoso automóvil, el cual había sido traído por el señor Doctor Isaac Capriles”. Este hecho registra el primer automóvil que llegó a Caracas. “Lo manejaba un individuo extranjero, quien sin duda había venido para generalizar entre nosotros el uso del cómodo vehículo”, añadía el desaparecido rotativo. El vehículo en cuestión era un Cadillac B de 1904, pintado en marrón con detalles negros, como los otros 2.417 hechos en Detroit U.S.A., y su costo fue de 810 US$.
Pero fue un evento singular que ameritó toda una portada de un diario nacional. Cual agoreros de sombrías nubes, se anunciaba una profecía autocumplida ante la inevitable “desgracia” que tarde o temprano iba acontecer. En su edición del día 12 de julio de 1913 así titulaba “El Universal”:
“PRIMER CHOQUE EN CARACAS. Un problema que necesita solución”. Se produjo entonces el primer accidente automovilístico de la ciudad estando involucrados dos vehículos marca Ford modelo T del año anterior. Los choferes, un joven Gustavo Zingg y el ingeniero de la Casa Blohm. El choque se produjo cerca del mediodía en la esquina de Las Gradillas, es decir, en el cruce entre la Plaza Bolívar con el Palacio Arzobispal y la Casa del Vínculo. La noticia, más bien una crónica peculiar, señalaba que “dos de esos vehículos de motor que llaman impropiamente automóviles y que andan por esas calles a 15 y hasta veinte kilómetros por hora, tuvieron un encontronazo, nada menos que en el ombligo de la ciudad, en la propia esquina de Las Gradillas”. Pero continúa: “Este espectáculo, casi terrorífico, no se había visto jamás en la Capital y puede afirmarse, sin cometer pecado, que todo Caracas desfiló por Las Gradillas a mirar el estado en que por justo y merecido castigo quedaron los dos coches”.
Tal conmoción causó ese siniestro, que tuvieron que llegar las fuerzas del orden público para contener a los curiosos. Que sea la noticia editorializada que lo describe, la cual no tiene desperdicio, que nos la cuente: “A tal punto llegó la marejada humana que el Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Caudillo de Diciembre, siempre vigilante de la tranquilidad colectiva, tuvo que sacar la caballería y ocupar los cuatro bocacalles de la Plaza Bolívar”.
El periódico cuestiona que la llegada de los carros a la ciudad era producto de una acción incivilizada hasta incluso llega a increpar al empresario de la producción masiva de los vehículos modelo T bajo estos términos: “Podrá seguir tolerando toda una ciudad que corran por sus calles, como alma que lleva el diablo, flamígeros aparatos de hierro? (sic). Y todo porque a un millonario de la Gran Nación del Norte, quien según informa el cable francés se llama Enrique Ford, se le ha metido en la cabeza hacer dinero en esta forma? (sic)”
El modelo T
El empresario a que hace alusión el editorial es Henry Ford quien fundara en 1903 la Ford Motor Company en Detroit, Michigan. Empezó con varios grupos de dos a tres personas que se dedicaban a trabajar auto por auto, usando componentes fabricados en otras compañías.
En 1906 con el objetivo de elevar las ventas al máximo bajo el lema “Voy a construir un coche para el pueblo, un automóvil universal.” impulsaría la creación del Modelo T. El lanzamiento de este modelo automovilístico obtuvo una respuesta sorprendente, y generó una demanda inesperadamente alta. Ford logró crear una nueva forma de manufactura automovilística: la línea de producción móvil que consistía en un aumento de la productividad, donde lograron disminuir el tiempo de ensamblaje del chasis: de 12 horas y media a tan solo 100 minutos.
El Modelo T fue la innovación automotriz total: desde el volante ubicado del lado izquierdo del vehículo (rompiendo así con la tradición inglesa de colocarlo a la derecha y con ello la circulación por la izquierda) hasta los 4 cilindros en un mismo bloque. Sencillo para manejar, barato y fácil de reparar, cosa que disparó las ventas, ya que se estima que para 1920 alrededor de la mitad de los carros en Estados Unidos era un Ford Modelo T.
Automóviles extramuros
Sugería el editorial amarillista de “El Universal” que los vehículos solo podían circular en carreteras y caminos para llegar únicamente a los extremos limítrofes de la ciudad, evitando así, advertían, “catástrofes mayores” y Caracas podía seguir conservando su hermoso aspecto de la “ciudad seria” en donde los coches a caballos van y vienen sazonando la vía con los agudos dichos del cochero y –agrega en tono anecdótico- las travesuras fisiológicas de las nobles bestias.
“El Universal” aprovecha este acontecimiento para arengar a la opinión pública letrada; basta recordar que en esos tiempos apenas un diez por ciento de la población sabía leer y escribir (por fortuna aún no existían la radio, la televisión ni las redes sociales). Hizo llamados a la ciencia inquiriendo al doctor Luis Razetti para que respondiera si el organismo podía aguantar el desplazarse a 20 kilómetros por hora. (Sería este eminente médico cirujano quien pocos años después elaborara el informe médico de las causas de la muerte del Dr. Hernández).
También le hace un llamado al Dr. Delgado Palacios, notable químico para que explicara si con el ingrediente tan peligroso, como llaman gasolina, no puede inflamarse y producir una reacción que acabe con la ciudad. A los noveles abogados José “Pepe” Izquierdo y Enrique Tejera para que emitieran pronunciamientos jurídicos favorables a su llamado. “Amicis rerum novarum” (amigo de las cosas nuevas) llamó el presbítero Jesús María Pellín a los amantes de los automóviles, comparando a estos al carro de fuego en que el profeta Elías desapareció con dirección al cielo.
¡Vade retro!
Así cerraron la portada con la consigna “¡¡Atrás Automóviles!!” Convencidos de su lema reaccionario, se habían erigido en la voz del patriotismo y del buen sentido venezolano. Sellaron con fuerza: “La posteridad habrá de agradecernos haberle librado de esta tremenda amenaza”. ¿Suena familiar? Lo cierto es que once días antes de este curioso hecho, convertido en escándalo, nada refirieron de aquel ciudadano de a pie lesionado en la esquina de Marcos Parra, ni un pequeño trapo que rasgarse por tan incauta persona.
Fernando Bustamante, el desdichado chofer que por accidente produjo la muerte del Dr. José Gregorio Hernández, vivió pasados los 80 años con esa espina en su corazón, pues por esas casualidades crueles de la vida, conocía al noble médico, a quien le había pedido ser el padrino del hijo que estaba por nacer, honor que José Gregorio había aceptado conmovido. Días antes, la autoridad del Gobierno del Distrito Federal le había expedido la licencia de conducir n° 444. El Hudson Essex no era “el único carro que circulaba en Caracas”; había un poco más de setecientos vehículos, además de los tranvías y coches a caballo.
Actualmente el doctor José Gregorio Hernández está en proceso de beatificación, luego de que en el año 1986 el Papa Juan Pablo II declaró solemnemente sus virtudes heroicas, por lo cual se le otorgó el título de Venerable. En el centenario de su muerte, devotos, -y lo que no son también- esperamos próximamente el tan anhelado anuncio desde la colina Vaticana por parte del Papa del “fin del mundo”.
Para conocer un poco más sobre la historia de los tranvías eléctricos en Caracas: http://www.tramz.com/ve/cs/css.html
Para detallar los sucesos del día fatídico del Dr. José Gregorio Hernández, ver ampliado en:
2.bp.blogspot.com/_lDC3iOQRHQY/SldXkMrQSqI/AAAAAAAAAIY/Dhbw1EfZFH8/s1600-h/joseG-accidente.jpg
Una vez más un relato interesantísimo de dos grandes acontecimientos. La llegada de los primeros vehículos a Caracas, y el accidente donde pereció José Gregorio Hernández.