Octavio Sisco Ricciardi
A decir de Cirlot, el mundo simbólico es un reino intermedio entre el mundo de los conceptos y el de los cuerpos físicos. En la fachada de un monasterio, por ejemplo, puede verse: a) la belleza del conjunto; b) la técnica constructiva de la realización; c) el estilo a que pertenece y sus implicaciones geográficas e históricas; d) los valores culturales y religiosos implícitos o explícitos, etc., pero también: el significado simbólico de las formas. En tal caso, la comprensión de lo que simboliza un arco ojival bajo un rosetón constituirá un saber rigurosamente distinto frente a los demás que hemos enumerado.
Desde el antiguo Egipto, las aves simbolizan a menudo a las almas humanas; a veces tienen cabeza de persona, incluso en la iconografía helénica. En general, aves y pájaros, como los ángeles, son símbolos del pensamiento, de la imaginación, de las relaciones con el espíritu. Conciernen al elemento aire, “son altura” y, en consecuencia, espiritualidad. Las aves de alto vuelo representan la pasión espiritual.
Finalizando el primer tercio del siglo XX, Venezuela se había convertido, después de México, en la segunda opción más importante para el exilio arquitectónico español, en especial, del país vasco, como consecuencia de las dos guerras -la española y la mundial- y sus traumáticas posguerras. Este grupo de desplazados, como lo indica el arquitecto Martín Frechilla, con diferentes niveles de instrucción, fue un factor determinante para la conformación de la estructura social, económica y física de la nación.
Los arquitectos españoles que arribaron a Venezuela, entre ellos, del país vasco, debido a la guerra civil fueron: Rafael Bergamín Gutiérrez, Juan Capdevila Elías, José María Deu Amat, Francisco Iñiguez De Luis, Urbano de Manchobas Careaga, Joaquín Ortiz García, Eduardo Robles Piquer, los hermanos Amós y Fernando Salvador Carreras, José Lino Vaamonde Valencia y Javier Yárnoz Larrosa.
En esa misma época, se inicia la obligada expansión de Caracas hacia sus cuatro puntos cardinales, en especial, el este (ya lo había hecho a finales del siglo XIX al sur en áreas exclusivas de la aristocracia y burguesía caraqueña –El Paraíso-). Tal como nos lo refiere el arquitecto Henri Vicente Garrido, el frenético ritmo expansivo se pondrá en evidencia en las urbanizaciones desarrolladas entre 1925 y 1936, muchas de las cuales serán espacio de actuación de los arquitectos del exilio español. Hacia el este, el Country Club, con la intervención del norteamericano Clifford C. Wendehack en la Casa Club; El Conde; Las Delicias; Las Flores; Los Palos Grandes, lugar en el que vivirá Rómulo Gallegos, estando así en medio del “campo”; Maripérez, Sarría, Campo Alegre, proyectada por Mujica Millán, y en donde realizará varias de las primeras obras consideradas modernas en Caracas: la Quinta Las Guaycas y su Casa-Estudio; Los Dos Caminos, Sebucán, etc.; hacia el Suroeste, O’Higgins; la expansión de La Vega; hacia el Sur, Los Flores de Puente Hierro; El Cementerio; El Rincón; Prado de María, en la que proyectará varias casas Villanueva para su suegro Arismendi. Hacia el oeste, urbanizaciones del Banco Obrero como Agua Salud.
Sería en un cañaveral ubicado al sureste de la ciudad, perteneciente a la familia Eraso (la misma que en 1958 donara a la nación venezolana la quinta Anauco en San Bernardino para sede del Museo de Arte Colonial de Caracas, bajo la custodia de la Asociación Venezolana Amigos del Arte Colonial), donde se desarrollaría la primera urbanización modelo inspirado en los distritos petroleros estadounidenses. Esa hacienda se llamaba desde finales del siglo XIX “Las Mercedes” en homenaje a la más pequeña del matrimonio Eraso Rodríguez, Mercedes. La casa de la estancia estaba ubicada donde hoy se levanta el edificio “La Hacienda” (1956) diseño del arquitecto Diego Carbonell; en la misma había funcionado entre 1950-1954 la primera sede de la escuela británica The British School de Caracas, hoy en Altamira.
Para 1943 se crea la sociedad mercantil Venezolana de Inversiones C.A. (VICA), cuyos accionistas mayoritarios son el ingeniero civil mexicano Gustavo San Román y la familia Eraso, empresa constructora que urbanizaría las haciendas de su propiedad, entre ellas, Las Mercedes y Valle Arriba. San Román aprovecha para asignar con toponímicos mexicanos a las principales calles y avenidas de Las Mercedes: Veracruz, California, Monterrey, Jalisco; designa a la usanza de Ciudad de México nombres de ciudades: Rio de Janeiro, Madrid, París, Londres, New York, y claro está, una iglesia bajo la advocación de la Virgen Morena, frente a la mirada atenta de dos águilas reales de piedra, ave protagonista del escudo nacional mexicano. Sería a finales de los 40 e inicio de los 50 cuando se levantan mayoritariamente tanto casas para una sola familia como multifamiliares, edificaciones que recuerdan las estampas de los caseríos de Euskadi, diseñados por arquitectos vascos. También se construyen edificios de este tipo en El Retiro, El Rosal, Chacao. Surgen igualmente híbridos entre esta arquitectura, denominadas neovasca, con elementos coloniales, e incluso modernos. Casas de este prototipo son aún observables en Las Acacias, Los Chaguaramos o Santa Mónica.
Suele llamarse caserío propiamente a la vivienda del labriego aislada, situada en medio de una heredad. Bizkaia (Vizcaya), Gipuzkoa (Guipúzcoa) y una pequeña parte de Araba (Álava) presentan sus valles salpicados de blancos y hermosos caseríos bastante alejados uno de otro.
La arquitectura neovasca, no solo ha tomado los elementos morfológicos del estilo de los caseríos, sino también en donde coexisten elementos de las casas-torres y palacios. El portalón, el arco de entrada que a la vez sirve de porche, es originario de los caseríos del siglo XVIII; entramado en el frontón, que no es más que un falso entramado, imitando las riostras de madera; ventanas y puertas enmarcadas en piedra; techo a dos aguas con tejas curvadas (que remontan a las usadas por los árabes, y estos lo pasaron a la península ibérica, que luego llega a tierras americanas con el consabido estilo colonial español).
En las provincias vascas españolas llama precisamente la atención la gran cantidad de escudos que tanto adornan las fachadas de los palacios, como de las casonas, casas-torres, y de los más sencillos caseríos. Esos escudos son incorporados en muchas de estas edificaciones caraqueñas que recuerdan una heráldica afectiva en personajes y lugares de Euskadi: Donosti, Aralar, Elkano, Okendo, Zumarraga, Txindoki, Pakea.
Además de las particularidades enunciadas, en los hastiales de estas construcciones, (en arquitectura, el hastial es la parte superior triangular de la pared o muro de un edificio utilizado para disponer las pendientes de la cubierta, que se apoyan en él, que determinan la tipología de cubierta denominada a dos aguas), un observador distraído pudiese no percatarse de elementos en su ornato: el txoritoki. Del euskera, txoritoki, significa lugar de pájaros. En los orígenes, bajo la cubierta del caserío, se destinaba para guardar y secar hierba, era una zona sin paredes. Con el tiempo, se fue cerrando, generando esos simpáticos hastiales, pero los pájaros anidaban, salían y entraban a través de los huecos que se dejaron para la ventilación. De ahí su nombre. En diversas casas encontramos variaciones alternativas a los huecos triangulares y se juega con vanos ornamentales circulares, rectangulares e incluso elípticos.
Fulcanelli en su obra “El misterio de las catedrales” dice que el argot es una de las formas derivadas de la lengua de los pájaros, madre y decana de todas las demás, la lengua de los filósofos y de los diplomáticos. Es aquella cuyo conocimiento revela Jesús a sus apóstoles, al enviarles su espíritu, el Espíritu Santo. Es ella la que enseña el misterio de las cosas y descorre el velo de las verdades más ocultas. No en vano el poeta y místico musulmán persa Farid Ud-Din Attar, recurre a las aves en su más destacada obra “El lenguaje de los pájaros” o “La asamblea de los pájaros”, para recrear una reunión de los pájaros para elegir al más digno de ellos como su líder para viajar a la distante morada del Ave Rey. Es el relato del viaje místico de las aves por siete valles en busca de "Simorgh" o "Simurgh", mítica ave persa, a quien reconocen como su rey.
Es lamentable que muchos de esos testimonios arquitectónicos, que están declarados patrimonio de interés cultural del país, debido a sus valores particulares que la distinguen, están sucumbiendo bajo la voracidad inmobiliaria que parece no tener fin. Es el síndrome de Cronos, quien se comía a sus hijos por temor a perder el poder. Los creadores destruyen sus propias creaciones para saciar un barril sin fondo basado en la especulación y el dinero, obviando toda variable –no la urbana- sino la del espíritu humano. ¿Será que no hay capacidad de oír o entender el argot de los pájaros?
Referencias
Vicente. H. (2012) Tesis Doctoral “Arquitecturas desplazadas. Rafael Bergamín y las arquitecturas del exilio español en Venezuela” Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM) Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Martín Frechilla, J.J., (2004). Diálogos reconstruidos para una historia de la Caracas moderna. Caracas: Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela.
Gómez, A. J. (2003). “La arquitectura neovasca y su aportación a las viviendas de casas baratas”, Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía, Nº 23, Donostia: Eusko Ikaskuntza.
Cirlot, J.E. (1992) “Diccionario de Símbolos”. Barcelona: Editorial Labor, S.A.
Fulcanelli (1976) “El misterio de las catedrales”. Barcelona: Plaza & Janes, S.A. Editores
Muchas gracias por compartir tanta cultura. Yo, oriundo de Las Mercedes, la disfrute un mundo. De hecho viví siempre en edificios Neo Vascos....
Excelente reportaje y lastima que se este destruyendo tales valores arquitectonicos y que no exista ordenanza sobre ello
Gracias Octavio por cada crónica que nos regalas, es un gesto hermoso para con la ciudad, su cultura e historia. Cada una de ellas se ha convertido en una guía para asumir a Caracas en su esplendor, ya sea en tono memorial o como atributo cotidiano esparcido en varios lugares de ella. Es una manera de no sentirme extraño dentro del Valle caraqueño, que disfruto cuando la camino. Un abrazo.
Excelente