Carolina Álvarez Arocha
Todos los lugares, las ciudades y los pueblos tienen un aroma especial, una esencia. Todas las comunidades tienen costumbres y ritos únicos. Ayudar a descubrir el aroma de las cosas, su trascendencia, hacernos partícipes de los ritos que nos hacen sentir diferentes como pueblo y a la vez parte del género humano. Esto es el patrimonio cultural.
En este sentido, cuando aquí hablamos de Patrimonio Cultural nos referimos a todas aquellas manifestaciones materiales o intangibles que son parte de la vida y son reconocidas por el pueblo; aunque no hayan sido declaradas por organismos internacionales en todo el mundo. Por tanto nuestro interés no está únicamente a lo local o lo inmediato, entendiendo que sin duda es fundamental.
¿Por qué el Patrimonio Cultural?
Para poder construir y crear hay que partir de una base, de unos cimientos, estos cimientos son la historia, el patrimonio. Estas bases son, en resumen, lo que sé de mí misma o de mí mismo como miembro de una comunidad. Sin estas bases estaríamos comenzando de cero o utilizando materiales ajenos para nuestra construcción. Unos cimientos ajenos e inapropiados hacen a nuestra edificación inestable.
Esta es la razón por la cual cuando llega una invasión (por medios bélicos o no) se arrasa con el idioma, la forma de comer, de vestir, de dormir, de crear. El pueblo invasor no solo aplasta a otro pueblo en el momento que se apropia de su territorio, sino que se asegura de que siga sometido sin remisión tratando de desaparecer su esencia. De allí que la lucha por conservar el idioma, ciertas costumbres y tradiciones, así como elementos materiales (construcciones, herramientas, tejidos…) también pueden ser símbolos de resistencia y voluntad de independencia en la medida en que se revitalizan y se redimensionan.
Queda claro aquí que una práctica cultural determinada no es en sí misma “buena” solo por ser una tradición. Todas y todos conocemos tradiciones sexistas, clasistas, incluso terribles e inhumanas. La defensa de un rito solo por ser tradición no tiene sentido y es algo que quienes trabajamos en el área cultural debemos tener muy claro. No hace falta que el rito o la tradición nos parezcan terribles para que no salgamos en su defensa, las preguntas que quizás debamos hacernos es si este rito reproduce relaciones de poder que someten a otros, qué sentido tiene su permanencia y si de alguna manera esta manifestación cultural puede tener un germen liberador para quienes la practican.
Otro detalle que debemos cuidar en el momento de la defensa de la identidad cultural es su diferencia y oposición radical a la práctica del nacionalismo irracional (chauvinismo) y del “parroquialismo”.
El sentido de pertenecía y el afecto que sentimos hacia nuestra historia no implica, ni mucho menos, quedarse únicamente con lo que se tiene. El “parroquialismo” no conduce a nuevos descubrimientos, ni a la creación artística, ni científica. Sin embargo, conocer y apreciar el Patrimonio Cultural de tu pueblo con una mirada amplia y con visión de futuro, es como tener un núcleo familiar o comunitario sólido, que te apoya y te proporciona justamente la base para poder emprender proyectos más elevados (continuando con la metáfora del edificio). Precisamente porque hay afecto y porque tenemos elementos para enfrentarnos al mundo, podemos salir de ese círculo sin dejarlo o abandonarlo, sino enriqueciéndolo. Porque tenemos bases sólidas estamos en capacidad conocer nuevos caminos sin perdernos.
De modo que para aquellas personas que trabajamos con niñas y niños es un compromiso el tener claro (estudiar), cual Patrimonio Cultural protejo y estimulo, y por qué lo defiendo.
¿Cómo lo hago?
Al igual que cualquier otra materia o actividad que deseamos que tenga efecto sobre las jóvenes y los jóvenes que formamos, hay dos elementos que no se pueden aislar en educación. Yo los he llamado aquí lo afectivo y el estudio profundo.
Lo afectivo, ese objeto que por alguna razón me gusta, me llama la atención (entiéndase objeto no como algo necesariamente material, puede ser un tema, un fenómeno, un elemento…). Eso que me atrae, me lleva a buscar e investigar sobre el objeto. A su vez, el conocer y aprender cosas sobre ese objeto, me entusiasma, me emociona.
Veámoslo con un ejemplo: los Diablos danzantes de Chuao. Supongamos que una persona que me cuenta su experiencia, o me encuentro con un libro lleno de imágenes o veo un video sobre esta manifestación. Después de esta experiencia quedo encantada con el colorido de los trajes, el ritmo del tambor, el baile, las máscaras. Todo estimula mis sentidos y hace que me interese que “me guste”. Pero no me quedo ahí, comienzo a investigar y descubrir sus orígenes, cómo ha perdurado a lo largo de cuatro siglos, cómo ha llegado a convertirse un símbolo de resistencia y todo este conjunto hace que los Diablos danzantes de Chuao me resulten aún más interesante.
El estudiar y conocer sobre el tema se convierte a su vez un gusto, un placer si se quiere intelectual. La investigación y el estudio exigen un esfuerzo, no generan placer por sí mismos, pero con el trabajo educativo apropiado sí pueden producirlo. No creo que las clases deban convertirse en circos, pero sí creo que aprender es divertido, hacer experimentos, conocer el origen de las cosas, descubrir el porqué de los fenómenos puede llegar a ser muy entretenido. Encontrar la manera de hacer que esta diversión intelectual sea percibida por nuestras estudiantes y nuestros estudiantes podría ser el secreto más importante de la labor docente.
Como un aporte y para dar alguna idea sobre cómo creo que debe abordarse el tema, separaré a continuación los dos elementos que mencioné anteriormente: lo afectivo y el estudio. Lo hago solo para ilustrar a qué me refiero con cada uno, porque si bien deben entenderse como una unidad inseparable en el momento de la producción de nuevo conocimiento, también tienen sus características particulares.
Lo afectivo
Ya lo dijo una vez Simón Rodríguez:
Lo que no se hace sentir no se entiende
y lo que no se entiende no interesa
Sociedades americanas, Biblioteca Ayacucho (p. 224)
Para logra experiencias significativas efectivas se requiere planificación y trabajo sistemático (entiéndase bien: sistemático, no repetitivo). Cuando digo sistemático, me refiero a la creación de hábitos y rutinas escolares que permitan a las y los estudiantes estar prevenidos sobre lo que van a hacer durante el día y los días de la semana. Que lleven los útiles necesarios para el trabajo del día, que no haya improvisación constante.
Deben planificarse experiencias lúdicas, que implique ejecución y práctica. Incluir elementos sensoriales variados: lectura oral de cuentos e historias, películas, títeres, teatro, actividades físicas, pintura, plastilina, arcilla.
Estas experiencias “afectivas” no pueden ser experiencias aisladas, repeticiones o estudios fuera de contexto, sin planificación, sin una visión clara de los objetivos hacia donde queremos llegar. Si estas actividades se realizan de la manera que describimos en las líneas anteriores (sin planificación y sin objetivos claros), no pasaran de ser ratos agradables, tal vez hasta divertidos, pero no contribuirán ni a la formación, ni al aprendizaje. No pasarán de ser un grupo de jóvenes entretenidas y entretenidos, pero no implica que hayan aprendido algo.
Insisto, en la escuela, solo las prácticas planificadas y sistemáticas de formación son las que podrán tener frutos. Una visita el ingenio Bolívar podría marcar un antes y un después en la conciencia histórica de una niña o un niño, pero si esa visita no es producto de un trabajo previo y que continúa después de la excursión, difícilmente tenga los resultados esperados.
El estudio
Es importante aprender fechas, conocer nombres, saber qué pasó en un lugar determinado, o de dónde viene una tradición, cómo vivía la comunidad que produjo esa manifestación o construyó ese edificio… Más allá de los muros y de la danza existió un pueblo con unas relaciones de producción determinadas que permitieron e hicieron posible aquello que hoy vemos. Solo estudiando investigando, profundizando es la única forma que ese patrimonio tenga sentido, que pueda hacerlo mío. No amamos lo que no conocemos.
Es cierto que a las maestras y los maestros les sobrepasan sus deberes y el trabajo diario. Sabemos que con frecuencia no tienen tiempo de investigar, pero si es posible que se habitúen a la consulta de materiales confiables, que sepan dónde conseguir información de forma rápida y que no las lleve o los lleve a repetir errores (por ejemplo la consulta en Wikipedia). Es en este sentido donde las universidades, investigadoras e investigadores pueden aportar y colaborar con la escuela.
La maestra o el maestro tal vez no pueda asistir en persona al lugar, tal vez no tenga las herramientas para hacer una investigación antropológica, histórica o científica con todas las de la ley, pero quienes si han estudiado para realizar estos trabajos podrían brindarle a la docente o al docente un lugar de consulta, una página donde le sugieran actividades y metodologías para abordar los temas, como podrían ser la página del Instituto de Patrimonio Cultural, el Catálogo Nacional de Patrimonio o el archivo del Libertador.
Pirueta, un aporte
Sobre la base de lo expuesto anteriormente, hace más de ocho años he venido trabajando en la producción de publicaciones periódicas para niñas y niños, primero en Correo del Orinoco en la escuela (con el Correo del Orinoco) y actualmente con Pirueta (en el diario Ciudad Mcy). En estas publicaciones hemos intentado presentar de forma atractiva y lúdica (afectivo) temas diversos: ciencia, arte, historia y por supuesto temas relacionados con el Patrimonio Cultural. Siempre hemos intentado presentar los temas con rigurosidad académica consultando asesores especialistas en el tema trabajado a la vez que se utiliza un lenguaje sencillo.
Hoy Pirueta se publica de forma digital y aparece una nueva edición todos los lunes. Es posible obtener los números más recientes de este semanario ingresando al blog “Papel y Tijera” en el siguiente link: www.papelytijera16.blogspot o buscar números más antiguos en las plataformas Issuu o Scrid de Ciudad Mcy.
En relación al tema del Patrimonio Cultural, se han publicado en la Revista Piruetas, algunos artículos relacionados: “Cómo se relacionan el arte wayúu y las matemáticas”, “El 10 de mayo se celebra el Día nacional de la afrovenezolanidad”, “Conozcamos el calendario pemón”, “En algunas zonas del país es obligatorio el uso de las lenguas indígenas”, “Historias del pueblo pumé”, “Conozcamos a los Diablos danzantes de Chuao”, “Carnavales del Callao: Patrimonio de la Humanidad”, “Conozcamos a los Pastores del Niño Jesús de El Limón”, “Parrandas y aguinaldos”, “¿Por qué hacemos nacimientos en diciembre”, entre otros.
Sería una gran satisfacción para el equipo de Pirueta si alguna persona nos solicita alguno de estos artículos, o bien si desean publicar en nuestro semanario o les gustaría sugerirnos algún tema. Estamos a la orden y con deseos de aportar. Nuestra dirección de correo electrónico es: pirueta.ciudadmcy@gmail.com
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